¿Qué sucede cuando nos damos cuenta que nos hemos enamorado de la
persona equivocada? Es difícil ¿no? Sobretodo porque el problema no es
que ella no sea LA PERSONA sino porque nos hemos enamorado.
Efectivamente ahí radica el problema, porque cuando ya estas, como dicen
por ahí, “metido con las cuatro patas” ya no hay reversa que nos salve y
es aquí cuando no nos damos cuenta del daño que hace estar al lado de
la persona equivocada.
Pero ¿cómo darse cuenta de que esa persona no es la correcta si el amor, como dicen, “es ciego”?
En primer lugar, el amor no es ciego, los ciegos somos
nosotros mismos que padecemos algo que los psicólogos suelen llamar:
AUTOENGAÑO y BAJA AUTOESTIMA. Vivimos autoconvenciéndonos de que esa
persona nos quiere, nos ama, de que es así porque trae presiones del
trabajo, de la vida, de su familia, de sus amigos, etc., y muchas veces
pensamos que somos los culpables de que esa persona tenga cierta
indiferencia y maltrato hacia nosotros: “sí, es mi culpa”, “es que es
por mi manera de ser”, “es que tengo que cambiar”, “ya no lo voy a hacer
enojar”, etc. Y no es verdad. No es verdad que tengamos que ser
diferentes por una persona, no es verdad que esa persona no nos quiere
por nuestra culpa, no es verdad que esa persona está enojada o molesta a
nuestra causa, simplemente no queremos darnos cuenta de que esa persona
no nos quiere y no le importamos y por ello tiene esa actitud. Pero lo
malo no está en nosotros mismos, tampoco en la otra persona, sólo que
ésta no es la correcta.
Segundo, el enamoramiento es un proceso basado en el
tiempo, no es algo que surge en el tercer segundo en que conoces a
alguien. No, no sucede…. Eso también es autoengaño. Te enamoras conforme
vas conociendo a la persona y eso pasa después de DÍAS en que se
frecuentan y con base en lo que ésta te dice, te hace, te muestra, es
decir, se presenta, se expone ante ti. Todo eso que hace particular a
esa persona, pero que se complementa con lo que uno empieza a SENTIR. No
me refiero a que forzosamente tengas un sentimiento de amor ella, sino
más bien a lo que ésta produce en ti, lo que crea, lo que transforma, lo
que te hace ver, lo que sientes expresamente, en cualquier instante en
que estás o piensas en esa persona. Aunado a ello, también existe algo
fundamental que se involucra en el enamoramiento: compartir. Ya sean
palabras, ideas, secretos, lugares, momentos, sueños, etc. Todo ese
cúmulo de acontecimientos y experiencias que compartes con esa persona,
más cómo se muestra ante ti y lo que produce en ti en esos instantes, es
lo que hace enamorarte.
No obstante, estos elementos tienen que quedar muy
claros, no estoy hablando de que te enamores de la persona “porque es
maravillosa”, no, sino de aquellos que hacen que te enamores de ella, lo
cual es muy diferente. Totalmente.
Entonces, cuando estos elementos cambian, por ejemplo:
lugar, experiencias compartidas, lo que ella muestra hacia mí, y lo que
me hace sentir, es cuando se “rompe el encanto”, es decir el
enamoramiento. Insisto no es la persona en sí, sino todo un conjunto de
patrones que difieren para cambiarlo todo y es aquí donde erróneamente
pensamos que es la persona la que “ya no es la misma” sin aceptar que
NADA es ya lo mismo, ni siquiera nosotros. Es por ello, que las parejas
muchas veces no se dan cuenta que su enamoramiento se afianza de esos
días en que todo es maravilloso y encantador, por esos tres elementos
que se combinaron en ese tiempo justo para los dos, pero que cuando
éstos cambian no son capaces de encontrar esa nueva combinación idónea
que haga sinergia para continuar enamorados, porque siguen “enganchados”
a un sentimiento que sucedió en algún momento pero que no está ya
presente.
En tercer lugar, sucede algo que es muy válido para darse
cuenta que esa persona no es la correcta: el presentimiento. El corazón
(que está en el cerebro) no nos puede engañar, y cuando tenemos cierto
presentimiento hacia esa persona desde un principio, las cosas ya no
resultan, ni resultarán, eso es un hecho indiscutible. Por eso es
conveniente hacer caso a, según las abuelitas, “lo que dicte tu corazón”
y es verdad, lo que presentimos por la mayoría de los casos resulta
cierto y no se trata de los prejuicios, sino de que algo no nos “late”,
es ese PERO que existe por nuestra parte hacia esa persona. El problema
aquí resulta cuando A PESAR de nuestro gran PERO, continuamos ahí y
volvemos a primer punto que comenté: el autoengaño.
Cuarto. La indiferencia, los maltratos, los golpes, las
palabras feas, las discriminaciones, la falta de aprecio, de respeto, de
dignidad y todas las faltas que existan son muestra INELUDIBLE de que
esa persona NO ES LA CORRECTA. No hay más que comentar ¿Por qué estar al
lado de una persona que te hace daño psicológico, emocional y
físicamente? No hay necesidad, simplemente porque QUIEN TE QUIERE, NO TE
HACE DAÑO. Eso es una verdad y también es una verdad que como seres
humanos todos merecemos respeto y consideración a nuestra persona, así
que permitir o hacer este tipo de ultrajes no se vale. Tal vez esto
tendría que ser la primera condición para darse cuenta de que esa no es
la persona correcta, tanto en hombres como mujeres, no obstante
nuevamente el autoengaño no nos hace “abrir los ojos” para entender que
el maltrato es la prueba fehaciente de que esa persona no es para ti.
Cuando una persona está enamorada de ti, te procura al
máximo, sería incapaz de hacerte sentir mal, se preocupa por tu
bienestar y hace todo lo posible porque te encuentres bien. Tenemos que
tener en mente el principio de reciprocidad: Dar y recibir, en mismas
circunstancias; esto es que si tú estás dando amor y recibes a cambio
una bofetada, pues el trueque no es justo ¿verdad? Entonces hay que
alejarse de inmediato. No es que siempre estes
esperando recibir algo a
cambio pero sí hay que ser recíprocos y esperar a que lo sean con uno.
Por último, una prueba que nunca miente es preguntarte si
esa persona es como tú la pensaste al 100%. No se trata de que sea
idealizada y quieras autoconvencerse de que cumple con la “mayoría” de
las características que tú quieres que tenga una persona, sino que las
tenga TODAS. Se trata de que es una persona justo como tú la imaginaste;
si esa persona te hace sentir justo lo que querías sentir. Aquí
hablamos del autoconocimiento, pues primero tendríamos que echar un
vistazo a nuestro interior para preguntarnos ¿qué es lo quiero en una
pareja? O ¿cómo quiero que sea mi pareja? Y una vez que lo tengamos
diseñado mentalmente pensemos si esa persona tiene justo lo necesario
que nosotros pedimos, sin ningún PERO. Esto no se refiere a lo físico,
sino que va más allá, puesto que lo más importante es cómo una persona
piensa, cómo te trata, lo que te hace sentir y lo que compartes con
ella.
Las secuelas.
Devastadoras. En sí lo más triste de enamorarse de la persona
equivocada es no aceptar que esa persona no es para ti y seguir
empecinado a continuar una relación que va más rumbo al quiebre como
vagón en la tercera bajada de la montaña rusa. Eso es lo triste, porque
seguir ahí creyendo que esa persona es la indicada a pesar de los cinco
puntos que mencioné anteriormente es continuar en el daño sin la
merecida autocompasión. ¿Qué pasa? ¿Nos gusta sufrir? No. Creo que a
nadie le guste sufrir o padecer un amor mal correspondido. El problema
que veo aquí es el miedo. Tenemos miedo de que esta persona sea la
última a la cual podamos querer, sea la última a la cual podamos
encontrar en el camino de nuestra vida; tenemos miedo de dejarla por
cuestiones económicas, sociales, de hijos, de familia, etc. Y es el
miedo el que nos hace detenernos para ponerle un “hasta aquí”. El miedo
es difícil de combatir pero no imposible. Es por ello que cuando nos
encontramos con esta situación, es únicamente cuando nos damos cuenta de
que nos hemos enamorado de la persona equivocada. Muchas veces el daño
es muy fuerte y las secuelas afectan todas las esferas de nuestra vida;
nos vuelve incrédulos al amor, no tenemos confianza, somos ásperos en el
trato a los demás, otros padecen problemas de salud, mentales y
físicos, pues en nuestro cuerpo se manifiesta nuestra alma, y en algunos
casos los daños son irreversibles, quedan estigmas y heridas que poco a
poco se pueden sanar, siempre y cuando se tenga voluntad para hacerlo.
Por eso más vale darse cuenta a tiempo, para que el daño sea menor. No
se trata de soportar, padecer ni sufrir, se trata de darle prioridad a
lo que queremos y buscamos del amor y tener confianza en que existe en
el mundo una persona que está reservada para cada uno.
Nunca es tarde, pues es peor nunca haberlo hecho.
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