lunes, 24 de agosto de 2015

EL ODIO





EL ODIO
El odio es desear que el otro no exista. Es un sentimiento que se experimenta ante ciertas situaciones mediante dos emociones muy potentes, el asco (o la aversión) y la rabia (o la ira), si bien pueden estar mezcladas con otras tales como la tristeza o el miedo.
El asco nos lleva a sentir repugnancia por algo, y si el objeto de esa repugnancia es una persona se puede generar tal rechazo que el disgusto acaso sea insoportable. La rabia, por otro lado, es la emoción que nos permite reconocer situaciones que violan gravemente nuestra escala de valores y actuar para compensarlo. El odio, aunque es normal experimentarlo en situaciones extremas, es inútil y tiene efectos psicosomáticos y muy dañinos en nosotros mismos haciendo realidad esa frase que dice que el odio es un ácido que destruye el estómago. 





Por eso es preciso canalizar tales emociones a fin de restaurar el equilibrio que juzgas perdido, proceso en el que el coaching puede serte muy útil. El primer paso: tomar conciencia de lo que sientes, de por qué lo sientes y, sobre todo, de para qué lo sientes. En el 99,9% de las veces, el odio se experimenta con el fin de dar su merecido a quien nos hizo daño. Pero para eso está la rabia, que es la que reclama justicia. Con estrategias de este tipo vamos modulando a la baja el sentimiento para que afloren las acciones efectivas y razonadas que te compensarán por el daño sufrido.

El odio es un sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir a su objetivo.




El odio se puede basar en el miedo a su objetivo, ya sea justificado o no, o más allá de las consecuencias negativas de relacionarse con él.
El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o la amistad.





 El odio puede generar aversión, sentimientos de destrucción, destrucción del equilibrio armónico y ocasionalmente autodestrucción, aunque la mayoría de las personas puede odiar eventualmente a algo o alguien y no necesariamente experimentar estos efectos.
El odio no es justificable desde el punto de vista racional porque atenta contra la posibilidad de diálogo y construcción común.






 Es posible que las personas sientan cierta aversión sobre personas u organizaciones que a estabilidad, incluso ciertas tendencias ideológicas como el capitalismo o el socialismo.
El odio es una intensa sensación de desagrado. 





Se puede presentar en una amplia variedad de contextos, desde el odio de los objetos inanimados o animales, al odio de uno mismo u otras personas, grupos enteros de personas, la gente en general, la existencia, la sociedad, o todo. Aunque no siempre, el odio a menudo se asocia con sentimientos de enojo.





Algunos filósofos han ofrecido muchas definiciones influyentes del odio. René Descartes ha visto el odio como la conciencia de que algo está mal, combinada con un deseo de retirarse de él. Baruch Spinoza, definió el odio como un tipo de dolor que se debe a una causa externa. Aristóteles ve el odio como un deseo de la aniquilación de un objeto que es incurable por el tiempo. Por último, David Hume cree que el odio es un sentimiento irreductible que no es definible en absoluto.1 Consideran al odio como lo opuesto al amor.



En el psicoanálisis, Sigmund Freud define el odio como un estado del yo que desea destruir la fuente de su infelicidad.2 La psicología define el odio como un sentimiento "profundo y duradero, intensa expresión de animosidad, ira y hostilidad hacia una persona, grupo u objeto".3 Debido a que el odio se cree que es de larga duración, muchos psicólogos consideran que es más una actitud o disposición que un estado emocional temporal.
La actividad cerebral se acelera cuando  las personas están experimentando el odio.
No sale rentable tener odio.

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