sábado, 29 de octubre de 2016

MIRADOR DEL LANCE (ICOD EL ALTO) MENCEY BENTOR

Mirador del Lance donde una espectacular escultura de bronce del Mencey Bentor nos da la bienvenida. El Mencey Bentor (lider guanche viendo su tierra invadida y resquebrajada a base de traiciones y falsos pactos por parte de Fernández de Lugo, se despeñó desde estos riscos.
 
Este mirador, situado a 700 metros de altitud, es uno de los balcones más bellos con los que cuenta la isla de Tenerife. Desde el mismo se puede contemplar una hermosa estampa del valle de La Orotava.









Mencey Bentor, un mártir víctima de España


CUALQUIER relato leído u oído sobre el holocausto de los guanches es desgarrador, y lágrimas de sangre y de rabia brotan y resbalan por los rostros de los canarios con corazón, de los patriotas. No se concibe que haya un solo hijo nacido en esta tierra o que haya conocido las tropelías cometidas por los invasores españoles durante la conquista de estas Islas, que duró cien años, que aún se declare o se sienta españolista o amante de la hispanidad. Es decir, amante de los españoles -muy dignos en su continente en aquel tiempo- que arrasaron las vidas, se quedaron con las tierras y aún nos siguen explotando al cabo de casi seis siglos de oprobiosa dominación.
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Bentor o Ventor. ¿Qué canario, qué tinerfeño, qué hijo del país no habrá oído o leído la angustia y la desesperación de este hombre guanche, de este hijo de la idílica tierra canaria que dicen que poseía una jerarquía de mando y de familia bien organizada; de este hombre que tenía cuerpo de hombre y alma de Dios. Seis siglos después sus verdugos siguen dominando con otras fuerzas y arrasando su tierra con nuevos métodos, ahora políticos.
El Mencey Bentor, portador de espíritu, de dignidad, de valentía, de amor por su trabajo y su familia y por sus labrantíos, desesperado porque perdía en la defensa de los suyos y de su tierra que había sido totalmente invadida, dominada y robada por unos extraños, unos intrusos malvados, ambiciosos a pesar de la nobleza de los guanches, este Mencey, este hombre decidió arrojarse por un precipicio del norte de Tenerife, de la zona de Los Realejos, allá por donde aún llaman Tigaiga, por el sitio hoy denominado mirador del Lance. Y ahí, hoy, una escultora cuyo nombre no recuerdo en este instante, creo que de apellido León, lo inmortalizó en bronce y con la expresión de toda su virilidad y valentía.
Era hijo del Mencey de Taoro llamado Bencomo, dicen los historiadores, y fue por una ladera de Tigaiga, nos recuerdan, por donde se suicidó lanzándose al vacío de forma desesperada y siguiendo el ritual de su época. Los historiadores aseguran que su muerte fue el remate del holocausto y calculado genocidio del pueblo guanche cometido por las tropas regulares mercenarias de España, que vinieron a asesinar a nuestros antepasados, a nuestros padres para robar sus tierras, rebuscando para encontrar minas, joyas y piedras preciosas, pero como no las hallaron, con la esclavitud y la venta de los nativos quisieron y lograron cubrir esos tesoros que no encontraron aquí. Por su egoísmo y su afán de rapiña, la propia reconocida y real historia de los menceyes aún nos habla de la estructura jerárquica y familiar que poseía el pueblo guanche, ese pueblo que vivía pacíficamente labrando sus tierras y amando a su familia; las tierras de su país nación; pastoreando, mariscando y cuidando al tiempo de lo suyo y de los suyos, de sus hijos. Es decir, practicando las nobles virtudes de un pueblo que vivía en armonía pero que cruelmente, de forma vil, fue vencido por la fuerza del metal de las picas, de las corazas y de la pólvora, con la saña y la ruindad que caracterizó al pueblo español aún medieval de aquellos tiempos. El pueblo español en sí allá en Europa era digno y de alta cultura y nobleza, pero sufrió los desmanes y absolutismos de los monarcas de aquel tiempo, éstos sí verdaderos jefes tribales que querían conformar un solo estado sobre varias naciones, "reinos de taifas" que constituían de norte a sur y de este a oeste los levantiscos y soberbios de Castilla, León, Extremadura, Aragón, Navarra, Andalucía? La actitud de Bentor nos hace llorar aún con esas lágrimas que decimos y sufrir indignación e inquietud; lágrimas por su sacrificio ante la impotencia con que observaba el exterminio de su pueblo en nombre del crucifijo y la fortaleza de los metales; la inquietud y pasmo con que hoy mantenemos aún a los conquistadores de entonces dominando nuestra tierra. Lágrimas por lo que sabía que dejaba atrás, que perdían sus hermanos; tierras, hijos, familias, compatriotas, trabajo. Mas la desesperación y la dignidad y la nobleza ante el invasor indigno, forzó a Bentor a no entregarse vivo al infame. Pudieron más su desesperación, el amor a su tierra y a su pueblo; y pudo más la atracción del vacío. Los choques contra las rocas que mantenían limpias las lluvias de los cielos se tiñeron de rojo, y hoy los canarios queremos que vuelvan a lucir como entonces, como las vio Bentor. Lloramos su desgracia, la del pueblo guanche y la vergüenza que hoy nos provocan cuantos se declaran españolistas o amantes de la españolidad, admiradores de aquellas crueldades y despojos, de los que vinieron a quitarnos lo que era nuestro y a matar a los nuestros. Hoy sí que han encontrado las minas que entonces no hallaron y que compensaron vendiendo a hombres, mujeres y niños. Todo eso que hoy se llama impuestos, agencia tributaria, todo eso son bienes producidos en Canarias y repartidos en la península española y en Europa, allá en el lejano continente.
Bentor es un ejemplo tal vez el más relevante y puro de la dignidad de aquel pueblo, que porque Dios quiso no fue masacrado del todo y del que hoy procedemos los que exigimos su , su dignidad y su identidad, que nunca perdieron y que deseamos recobrar como propias. Bentor, como todos los guanches de figuras bien conformadas, era alto, dicen, fuerte, robusto de naturaleza sana y pura roca canaria, que se cubría con tamarcos y otras prendas que no llegaban a ocultar su fortaleza corpórea, y porte y dignidad.
Loor a los guanches, loor a Bentor. Que su sacrificio sea la redención, la liberación, que hoy estamos pidiendo para todo el pueblo canario, liberación consistente en la desaparición de España de este archipiélago propiedad de los guanches y hoy de sus descendientes que somos todos los que vivimos, ius sanguini ius solis. Y que volvamos a ser los propietarios y el poder de nuestra tierra, de nuestros bienes, de nuestras leyes y de una administración acorde con la de los países civilizados, una administración de manos limpias, de listas abiertas, de justicia justa y decente. En fin, dueños de nosotros mismos, sucesores de nuestros padres los guanches. Herederos del sacrificio de Bentor.
José Rodríguez Ramírez

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