domingo, 10 de mayo de 2015

LA CIENCIA DE LAS GAFAS

 

  • Con frecuencia, en la elección de este complemento, se antepone la estética a la salud

  • Sólo una de cada 10 gafas de mercadillos y bazares cumple con la normativa


En la compra de unas gafas de sol hay que tener sobre todo en cuenta la protección. IRENE FDEZ. JUBITERO
Fuente El Mundo.
 
Las gafas se han convertido en uno de los complementos de moda más deseados, hasta el punto de que incluso hay quien las compra sin graduación para lucirlas como accesorio. Sin llegar a tanto, lo más habitual es adquirir uno o varios pares de gafas de sol, que siguen causando furor entre los seguidores de tendencias. Pero ahora ya no se centran sólo en el diseño de la montura. La moda también marca el tipo de lente que más se lleva: de espejo, polarizadas, de colores...
Los fabricantes han respondido a esta creciente demanda con una amplia oferta de opciones para satisfacer a los usuarios que, según han detectado los ópticos y los oftalmólogos, con frecuencia anteponen la estética y el precio a los factores que deben primar siempre a la hora de elegir unas gafas de sol, un producto concebido para cuidar la salud de los ojos y evitar que nos deslumbre el exceso de luz, que puede provocar situaciones peligrosas, por ejemplo, cuando conducimos. Según subraya la Asociación Española de Optometristas Unidos (Aeptometristas), es importante que la montura se adapte perfectamente a la fisionomía de nuestro rostro (no debe quedar ni descentrada ni alejada de la cara) para que nos proteja de forma eficaz de la nociva e invisible radiación ultravioleta, que atraviesa la atmósfera y es capaz de causar daños irreversibles en los ojos. Porque como recuerda la óptica y optometrista Gema Yunta, «sólo tenemos unos ojos para toda la vida».
 Como el resto de los expertos consultados, considera que en España todavía no estamos concienciados de la importancia de usar lentes que no dejen pasar los rayos ultravioleta. «En general, sólo se toman en serio la protección cuando hay una patología», dice Celia Sánchez-Ramos, investigadora del área de Ciencias de la Visión y profesora de la UCM. «Cuando la intensidad de la luz molesta mucho, la gente sí suele ponerse sombreros o gafas. Pero hay que tener claro que la cantidad y la calidad de la luz son dos cosas distintas. Es lo mismo que con el aire que respiramos o el agua que bebemos, no importa sólo la cantidad sino la calidad», compara Sánchez-Ramos. En un siglo, apunta, ha aumentado enormemente la cantidad de luz a la que los humanos estamos expuestos, «y no sólo porque vivimos más, sino porque hay muchas fuentes de luz que antes no existían». De media, estamos con los ojos abiertos 5.500 horas al año. Sólo descansamos cuando dormimos y parpadeamos. Y cada vez parpadeamos menos: 22 veces por minuto mientras hablamos; 12 cuando leemos o miramos una pantalla, que se reducen a nueve si estamos muy concentrados. Por eso, Sánchez-Ramos recomienda «parpadear con frecuencia y amplitud».
¿Cuáles son los requisitos que deben reunir las gafas de sol para que estén homologadas y, por tanto, sean seguras? La normativa de la Unión Europea EN 1836:2005+A1:2007 especifica las propiedades físicas (mecánicas, ópticas) de las gafas y los filtros de protección solar contra la radiación para uso general, incluida la conducción, así como los requisitos para los filtros para la observación directa del sol (en los eclipses).
 «La lente homologada protege contra la radiación visible y ultravioleta (UV), mientras que la no homologada no sólo no protege, sino que al eliminar parte de la luz visible hace que la pupila se dilate, permitiendo un mayor paso de la radiación UV hacia nuestra retina», explica Eugenio Claramunt, presidente de Aeptometristas.
Por ello, al igual que todos los expertos consultados por este periódico, subraya que «es peor llevar una gafa sin filtro que no llevar nada».
 ¿Y cómo sabemos si estamos comprando una gafa homologada?  La etiqueta de las gafas debe llevar el sello de la Comunidad Europea (CE), que indica que cumplen la normativa, que protege contra los rayos ultravioleta (UV) así como el número de categoría del filtro que protege de la luminosidad, que va de 0 a 4 en función del porcentaje de luz que absorbe. «Lo importante de una lente no es lo oscura que parece, sino la capacidad de filtrar la luz que tiene. Así una lente de categoría 4 filtra más que una de categoría 3.
De hecho, las lentes de categoría  4 únicamente están recomendadas en condiciones «extremas» como en la nieve y no están recomendadas para su uso durante la conducción», explica Claramunt. La más versátil para los usuarios que quieran comprar una sola gafa es la que lleva filtro 3, asegura Gema Yunta.
Las gafas polarizadas están en el mercado desde hace décadas, pero su uso se está extendido en los últimos años. «Están muy indicadas para la conducción porque evitan deslumbramientos. La visión es mucho más nítida porque el contraste es mucho mejor y hay menor fatiga ocular», dice Gema Yunta. También son recomendables para la nieve y la playa, donde también se dan esos reflejos.
Según un estudio del Real Automóvil Club de España (RACE) realizado entre 2.400 españoles, el 45% de los conductores no utiliza habitualmente gafas de sol pese a que uno de cada cuatro reconoce haber sufrido una grave situación de riesgo al volante por deslumbramiento.
A pesar de que el creciente uso de gafas de sol entre la población es una buena noticia, la proliferación de artículos que no cumplen con los requisitos recogidos en esa normativa supone una amenaza para la salud pública, pues buena parte de los daños perjudiciales de la radiación ultravioleta se producen sin que el usuario se dé cuenta. Celia Sánchez-Ramos y su equipo fueron de compras a un polígono industrial de Madrid para adquirir y analizar en su laboratorio cientos de gafas como las que se venden en mercadillos y bazares. Su estudio determinó que sólo una de cada 10 gafas analizadas cumplía con la normativa europea vigente. Respecto al filtro de las lentes, el 75% protegía de la radiación ultravioleta y sólo una de cada cinco podía usarse para conducir. «La gente no puede entender que algo se venda y no sea bueno. Pero estas gafas, aunque son atractivas como complemento de moda, son extraordinariamente peligrosas», advierte.
¿Y las gafas que se venden por internet? ¿Son seguras? De nuevo, los especialistas consultados coinciden en que hay que adquirir las gafas en establecimientos sanitarios bajo la supervisión de un especialista. Si se se adquieren en otro lugar, recomiendan llevarlas a una óptica para que nos indiquen si es una gafa segura. «Si nos gusta una gafa por su montura, podemos comprarla y luego llevarla a una óptica para que cambien los cristales», sugiere Sánchez-Ramos.
 Las gafas polarizadas representan el 90% de las ventas de la joven firma española Northweek, que ofrece a partir de los 25 euros este tipo de lentes. Los fundadores de esta empresa se propusieron «vender gafas por internet para eliminar procesos y costes intermedios y llegar directamente al cliente a un precio más razonable», según explica Óscar Corbellini, responsable del proceso de producción. Sus monturas y sus lentes se fabrican en China y se ensamblan en España. Según señala, han contratado a otra empresa externa para realizar un segundo control de calidad de sus lentes. «Empezamos a distribuir nuestras gafas también en algunas ópticas sobre todo para que la gente tuviera más confianza. Si alguien tiene alguna duda debe ir a un óptico y consultarle», señala Corbellini.
¿Puede una gafa de sol barata ser segura? "Sí. Existen numerosos fabricantes desconocidos para el público general que pueden abaratar los costes de una gafa de sol simplemente, por ejemplo, ahorrando en publicidad», dice Claramunt. Además, recuerda que «pueden existir amplias diferencias de precio de venta al público para un mismo producto».
  «La venta de artículos ópticos en la web carece de un factor muy importante: el consejo y el conocimiento del profesional. Por ejemplo: comprando unas gafas de sol por internet jamás sabremos si cuando nos las probemos encajarán en nuestras facciones; en caso de que no se adapten a nuestra fisonomía, pueden estar perdiendo parte de su cometido más importante: la protección», sostiene Aeptometristas. «El colectivo de ópticos-optometristas lucha a favor de que la gafa de sol sea reconocida como un producto sanitario. Más allá de la moda y las tendencias, el daño ocular que pueden provocar unos cristales sin filtro es ciertamente preocupante», señala.
Puerto de la Cruz a 10 de mayo de 2015
Miguel Ariza Cabello
 
 

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