sábado, 31 de enero de 2015



 Sobre trabajo social, ética y valores

La ética dentro de la intervención profesional

LA ETICA EN EL TRABAJO SOCIAL




 

 

 
La ética es un aspecto crucial en la intervención social pero es un tema muy poco trabajado, ya que dentro de las profesiones que intervienen en este ámbito se han ocupado más de la creación y avance a nivel técnico y teórico que en este aspecto, a mi juicio por dos motivos importantes: uno la especie de “complejo” con el que se han ido desarrollando por no ser consideradas de forma clara y directa como una ciencia, lo que les ha llevado a profundizar en aspectos que pudieran avalarles como tal y segundo porque no se ha entendido realmente la conexión entre el pensamiento ético del profesional con el ejercicio de su profesión y por tanto la interrelación de este aspecto con el desarrollo de un marco técnico y teórico importante de estas profesiones.

Es importante tener en cuenta cuando queremos profundizar sobre aspectos relacionados con la intervención social que es un campo muy heterogéneo en cuanto a profesiones, ideologías, enfoques teóricos, acciones, etc., esto le imprime una dificultad mayor a la hora de analizar cualquier aspecto ya que no podremos llegar a un aspecto común que lo defina todo de una única manera sino que deberemos tener en cuenta las variantes y cómo estas tienen su referente en una concepción ideológica o en otra, por lo que todo resulta más complejo y no podemos hacer simplificaciones que nos lleven al error, lo cual es una tendencia habitual y normal a la hora de querer hacer un extracto o tener una idea global.

Cuando queremos entender que conceptos a nivel ético son los que están predominando en una intervención profesional es interesante poder analizar la corriente ideológica de la que está surgiendo porque ésta tendrá una influencia bastante clara en las acciones y nos permitirá analizarlas sin entrar a una valoración inadecuada o prejuiciosa.

La intervención profesional puede venir marcada desde dos posturas ideológicas claras:

a)      Ideal de crecimiento y riqueza económica, por lo tanto se primará la productividad, el esfuerzo y la capacidad individual.

b)      Ideal de igualdad humana y justicia social, la acción buscará poner a todos los hombres y mujeres en situación de igualdad e incentivar la justa distribución de la riqueza, el poder y los recursos existentes.

Personalmente y profesionalmente yo opto por el segundo ideal al que le sumo la potenciación y promoción del individuo y de sus capacidades para que sea actor principal de su propio desarrollo y evitar la dependencia de los servicios sociales y de sus profesionales. Basándonos en el ideal de igualdad humana y justicia social es desde donde a mi juicio se pueden conseguir más cambios sociales a nivel más general, ya que el primero si bien puede hacer que mejoren individuos o grupos reducidos, caeríamos en la tendencia que como sociedad hemos ido teniendo en los últimos años que es la de primar el desarrollo económico y con esto seguimos fomentando la existencia de muchos de los problemas sociales existentes que se basan sobre todo en la desigualdad social.

Un aspecto que me parece interesante y que creo debe tenerse en cuenta si queremos realizar un trabajo en intervención enmarcado claramente en un contexto ético claro es el aportado por Julián Rappaport (1977) y es el que afirma el derecho de las personas y grupos sociales a ser diferentes y no ser sancionados por ello, y a la vez ser iguales, compartiendo equitativamente los recursos de la comunidad.

¿Por qué esa búsqueda de la sociedad de la homogeneidad en la apariencia y no en el acceso a los recursos? Se pretende que todos sean iguales pero no que tengan igualdad en los puntos de partida que garanticen el acceso a unas mejores condiciones de vida. Quizás es fruto de una tendencia a la superficialidad propia de la sociedad de consumo que ha producido que convirtamos algo valioso las apariencias de las personas y las cosas y no la esencia de las mismas, basando los valores y la ética derivado de ésta concepción en un consumismo exacerbado y en la potenciación de conceptos efímeros y superficiales de belleza, juventud y acumulación de riqueza que nos llevan a la deriva de los valores y los derechos humanos en la que nos encontramos.

Estos son aspectos que van configurando una ética personal, ya que el profesional de la intervención social no es ajeno a la sociedad en la que trabaja, no puede abstraerse y la objetividad es un aspecto al que se debe tender para una mejor profesionalización pero sería perjudicial negar que es imposible abstraerse del todo y no dejar que esos valores queden en cierta manera impregnados en el quehacer profesional. La ética personal y la profesional están tan íntimamente ligadas que buscar un lugar para destacar la diferenciación entre una y otra es básicamente imposible, por eso es importante también ahondar en estos aspectos.

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