Los griegos afrontan hachazos y no meros recortes... cuando la solución es sencilla
Mucha
palabra 'democracia' para no pagar y poca para gastar. Syriza enmascara
con una votación su absoluta incompetencia para negociar. Pone al
'pueblo' como responsable de su estrategia suicida
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El juego suicida de Syriza ha llevado a lo inevitable. Hoy los bancos griegos no abren. Y es previsible que se mantengan cerrados. Corralito y recesión garantizada [siga en directo la reacción de los mercados al corralito griego].
Syriza ha llevado con su incompetencia negociadora al país a caer en el abismo. Podría haber cerrado un acuerdo muy ventajoso hace meses, y con su estrategia va a llevar a Grecia a ser un estado fallido, abocado al impago y a una salida del euro que llevaría a la seguridad social y pensiones –invertidas mayoritariamente en deuda soberana– a la quiebra. Y a la ruina de sus ciudadanos con una moneda devaluada un 50-70%, que nadie quiere, deudas en euros, y un Estado al que nadie financia por no cumplir sus compromisos. Si les parecen las sugerencias de la troika exigentes, esperen a ver a qué tipos se financia, y a qué plazo, un Estado fallido y sin fiabilidad como pagador.
Como el predicador loco que lleva a sus acólitos al suicidio, Tsipras ha convertido un problema de financiación y liquidez manejable en uno de implosión del Estado.
Y las consecuencias son muy malas o mucho peor. Ha jugado al órdago sin cartas con todos los griegos.
Y, de la misma forma que el predicador loco, su única salida es llevarse a todos por delante. Y echar la culpa a los demás. Lejos quedan los unicornios de financiación barata y multimillonaria rusa... y aparece la cruda realidad. Nadie presta a quien te dice que no va a pagar si no le conviene.
Pero perderá. La UE tiene mecanismos para salir adelante. Grecia, sola, no. Los griegos no merecen a estos aprendices de brujo que les vendieron que romper la baraja e incumplir los compromisos les iban a dar dinero fácil y gratis. El cuento se ha convertido en pesadilla. La solidaridad no es donación cuando no hay compromiso. La estrategia de insultar al que te financia es infantil y suicida.
¿Ajustes? Ahora van a saber lo que son hachazos, no recortes, cuando quiebren la seguridad social y las pensiones si salen del euro y hayan de financiarse no caro, sino al doble o el triple que hoy... si encuentran financiación.
El último episodio de la crisis ha sido el engaño del referéndum. Nadie lo hizo cuando tocaba gastar como si fuera Navidad y endeudarse como locos
El último episodio de la crisis ha sido el engaño del referéndum griego. Muchos se rasgan las vestiduras con la palabra democracia, pero nadie hizo referéndum cuando tocaba gastar como si fuera Navidad y endeudarse como locos. Mucha palabra “democracia” para no pagar y poca para gastar.
La realidad es que Syriza enmascara con una votación su absoluta incompetencia a la hora de negociar. Pone al “pueblo” como responsable de su estrategia suicida y se lava las manos de su propio fracaso. Contando con la voluntad de toda la Unión Europea, han preferido hacer un órdago sin cartas y el contrincante lo ha visto.
El de Tsipras es un gobierno que, por no reducir las pensiones un 2%, prefiere pagarlas devaluadas un 50% o más en dracmas. Un gobierno que, por no reducir el hipertrofiado gasto, prefiere un corralito.
La salida del euro sería el gran fracaso de Europa y de Grecia. La primera habría demostrado no tener un proyecto común. La segunda se vería abocada a una enorme recesión e inflación –como importador neto de bienes que es– y a ver devaluadas las pensiones, los salarios y los ahorros entre un 50 y un 70% mientras las deudas se mantienen en euros. Un dominó de quiebras.
Y para Europa, el precedente de Grecia es peligroso porque pone en riesgo otros países donde se ofrecen soluciones mágicas y comunismo de “gasto yo, paga Merkel”. Aunque afirmen “el compromiso para mantener la estabilidad financiera de la Eurozona”, abre el riesgo del efecto dominó.
Tenemos que aprender de los casos de Chipre y Grecia.
La integración sin responsabilidad ni objetivos comunes sólo genera cabezas de turco
La solución a la Unión Europea no es, como dicen algunos, más integración y ya está. Porque la integración sin responsabilidad y objetivos comunes sólo genera cabezas de turco y excusas.
¿Cómo pueden gobiernos y países que se comportan de manera irresponsable pretender tener el mismo riesgo que los que cumplen? ¿Cómo va a darse integración cuando sólo hay derechos y no obligaciones? Lo triste es que, al final de esta cadena, siempre queda “que pague otro”. ¿Se imaginan una política monetaria expansiva de una UE de irresponsables crediticios? Íbamos a convertir Argentina en un modelo de seriedad económica.
La Unión Europea se ha construido mal, al imponer un modelo donde los Estados tienen absoluta discreción sobre el gasto y muy poca responsabilidad. Se echa la culpa a otro gobierno o a los alemanes “que nos prestaron” y a correr.
Una integración total a nivel fiscal cuando tantos países se comportan como adolescentes, gastando sin control y luego culpando porque no les dan más, es un suicidio. Nos íbamos a niveles de deuda de Japón, y superiores, en poco tiempo… Y sin japoneses, su tecnología y sus empresas.
Si instauramos el principio inquebrantable de la responsabilidad crediticia, por el que un país cuando incumple simplemente no se le dé “tiempo” o
excusas keynesianas de “gastando y relajando el déficit saldrán”, sino
que se haga como se forzó Alemania a hacer cuando incumplió el déficit
(por cierto, durante un par de años, no siete). Obligar a ajustes
superiores o tener que lidiar con el coste y riesgo del incumplimiento.
El problema de Europa no es distinto al de las comunidades autónomas, es un sistema de incentivos perversos por los cuales el que incumple siempre se beneficia, y el que paga siempre es el mismo mientras el que recibe se queja de que le prestaron mal y que le deben dar más. Si Grecia quiere cometer errores económicos, que se responsabilice de ellos. Como Detroit.
La integración fiscal no solucionaría los problemas de irresponsabilidad en el gasto, los perpetuaría
Asegurar la estabilidad financiera de la Unión Europea solo puede llegar desde esa responsabilidad. El apoyo que han recibido los portugueses y los españoles no es por su cara bonita o por sonreír en las cumbres. Es por llevar a cabo ajustes que, podremos criticar en algunos detalles, pero han sido ajustes orientados al crecimiento y a apoyar la recuperación.
Ninguna integración va a funcionar sin responsabilidad crediticia total. Y penalización. Porque la integración fiscal no solucionaría los problemas de irresponsabilidad en el gasto, los perpetuaría, como ha ocurrido con todos los procesos de unificación de criterios desde la creación del euro. Crean incentivos perversos.
Grecia se ha lanzado con sus políticas suicidas a convertirse en un estado fallido. Pase lo que pase, lo pagarán los sufridos ciudadanos griegos. Sea con una brutal devaluación y quiebras o cayendo en los mismos errores de gastar y entorpecer al sector privado llevados a cabo desde los 90 partido tras partido.
La
construcción de Europa debe venir desde un proyecto de fortalecimiento
de todos a través de las cualidades únicas y diferenciadas de cada país.
No puede ser una carrera a parecerse al que peor lo hace, o a
compararse unos a otros en el gasto pero no en la facilidad para crear
empleo y empresas.
Desafortunadamente, el mayor riesgo para Europa son los pactos de perdedores, la alianza de los malos de la clase para obligar a que les aprueben por aburrimiento, la LOGSE crediticia.
Una Unión Europea del gasto está condenada a fracasar. Una Unión Europea de “la culpa es del otro” está condenada a morir.
Para competir y progresar como grandes países como EEUU, nos tenemos que parecer a los mejores, no justificar que somos menos malos que los peores.
Syriza ha llevado con su incompetencia negociadora al país a caer en el abismo. Podría haber cerrado un acuerdo muy ventajoso hace meses, y con su estrategia va a llevar a Grecia a ser un estado fallido, abocado al impago y a una salida del euro que llevaría a la seguridad social y pensiones –invertidas mayoritariamente en deuda soberana– a la quiebra. Y a la ruina de sus ciudadanos con una moneda devaluada un 50-70%, que nadie quiere, deudas en euros, y un Estado al que nadie financia por no cumplir sus compromisos. Si les parecen las sugerencias de la troika exigentes, esperen a ver a qué tipos se financia, y a qué plazo, un Estado fallido y sin fiabilidad como pagador.
Como el predicador loco que lleva a sus acólitos al suicidio, Tsipras ha convertido un problema de financiación y liquidez manejable en uno de implosión del Estado.
Y las consecuencias son muy malas o mucho peor. Ha jugado al órdago sin cartas con todos los griegos.
Pero perderá. La UE tiene mecanismos para salir adelante. Grecia, sola, no. Los griegos no merecen a estos aprendices de brujo que les vendieron que romper la baraja e incumplir los compromisos les iban a dar dinero fácil y gratis. El cuento se ha convertido en pesadilla. La solidaridad no es donación cuando no hay compromiso. La estrategia de insultar al que te financia es infantil y suicida.
¿Ajustes? Ahora van a saber lo que son hachazos, no recortes, cuando quiebren la seguridad social y las pensiones si salen del euro y hayan de financiarse no caro, sino al doble o el triple que hoy... si encuentran financiación.
El último episodio de la crisis ha sido el engaño del referéndum. Nadie lo hizo cuando tocaba gastar como si fuera Navidad y endeudarse como locos
El último episodio de la crisis ha sido el engaño del referéndum griego. Muchos se rasgan las vestiduras con la palabra democracia, pero nadie hizo referéndum cuando tocaba gastar como si fuera Navidad y endeudarse como locos. Mucha palabra “democracia” para no pagar y poca para gastar.
La realidad es que Syriza enmascara con una votación su absoluta incompetencia a la hora de negociar. Pone al “pueblo” como responsable de su estrategia suicida y se lava las manos de su propio fracaso. Contando con la voluntad de toda la Unión Europea, han preferido hacer un órdago sin cartas y el contrincante lo ha visto.
El de Tsipras es un gobierno que, por no reducir las pensiones un 2%, prefiere pagarlas devaluadas un 50% o más en dracmas. Un gobierno que, por no reducir el hipertrofiado gasto, prefiere un corralito.
La salida del euro sería el gran fracaso de Europa y de Grecia. La primera habría demostrado no tener un proyecto común. La segunda se vería abocada a una enorme recesión e inflación –como importador neto de bienes que es– y a ver devaluadas las pensiones, los salarios y los ahorros entre un 50 y un 70% mientras las deudas se mantienen en euros. Un dominó de quiebras.
Y para Europa, el precedente de Grecia es peligroso porque pone en riesgo otros países donde se ofrecen soluciones mágicas y comunismo de “gasto yo, paga Merkel”. Aunque afirmen “el compromiso para mantener la estabilidad financiera de la Eurozona”, abre el riesgo del efecto dominó.
Tenemos que aprender de los casos de Chipre y Grecia.
La integración sin responsabilidad ni objetivos comunes sólo genera cabezas de turco
La solución a la Unión Europea no es, como dicen algunos, más integración y ya está. Porque la integración sin responsabilidad y objetivos comunes sólo genera cabezas de turco y excusas.
¿Cómo pueden gobiernos y países que se comportan de manera irresponsable pretender tener el mismo riesgo que los que cumplen? ¿Cómo va a darse integración cuando sólo hay derechos y no obligaciones? Lo triste es que, al final de esta cadena, siempre queda “que pague otro”. ¿Se imaginan una política monetaria expansiva de una UE de irresponsables crediticios? Íbamos a convertir Argentina en un modelo de seriedad económica.
La solución es responsabilidad crediticia
Como ocurre con EEUU, donde Texas no rescata a California.La Unión Europea se ha construido mal, al imponer un modelo donde los Estados tienen absoluta discreción sobre el gasto y muy poca responsabilidad. Se echa la culpa a otro gobierno o a los alemanes “que nos prestaron” y a correr.
Una integración total a nivel fiscal cuando tantos países se comportan como adolescentes, gastando sin control y luego culpando porque no les dan más, es un suicidio. Nos íbamos a niveles de deuda de Japón, y superiores, en poco tiempo… Y sin japoneses, su tecnología y sus empresas.
El problema de Europa no es distinto al de las comunidades autónomas, es un sistema de incentivos perversos por los cuales el que incumple siempre se beneficia, y el que paga siempre es el mismo mientras el que recibe se queja de que le prestaron mal y que le deben dar más. Si Grecia quiere cometer errores económicos, que se responsabilice de ellos. Como Detroit.
La integración fiscal no solucionaría los problemas de irresponsabilidad en el gasto, los perpetuaría
Asegurar la estabilidad financiera de la Unión Europea solo puede llegar desde esa responsabilidad. El apoyo que han recibido los portugueses y los españoles no es por su cara bonita o por sonreír en las cumbres. Es por llevar a cabo ajustes que, podremos criticar en algunos detalles, pero han sido ajustes orientados al crecimiento y a apoyar la recuperación.
Ninguna integración va a funcionar sin responsabilidad crediticia total. Y penalización. Porque la integración fiscal no solucionaría los problemas de irresponsabilidad en el gasto, los perpetuaría, como ha ocurrido con todos los procesos de unificación de criterios desde la creación del euro. Crean incentivos perversos.
Grecia se ha lanzado con sus políticas suicidas a convertirse en un estado fallido. Pase lo que pase, lo pagarán los sufridos ciudadanos griegos. Sea con una brutal devaluación y quiebras o cayendo en los mismos errores de gastar y entorpecer al sector privado llevados a cabo desde los 90 partido tras partido.
Desafortunadamente, el mayor riesgo para Europa son los pactos de perdedores, la alianza de los malos de la clase para obligar a que les aprueben por aburrimiento, la LOGSE crediticia.
Una Unión Europea del gasto está condenada a fracasar. Una Unión Europea de “la culpa es del otro” está condenada a morir.
Para competir y progresar como grandes países como EEUU, nos tenemos que parecer a los mejores, no justificar que somos menos malos que los peores.