miércoles, 3 de junio de 2015

REIVINDICANDO LA HISTORIA

 
 
 
 
    En pasadas fechas dediqué un artículo en reivindicar la filosofía como el conjunto de conocimientos capaces de restaurar los sanos valores perdidos por una maltrecha y pasiva sociedad (del todo dividida y en claro declive moral), además de su magnífica utilidad para comprender el por y para qué de las cosas desde un punto de vista humanístico. No obstante reivindicar la filosofía sin el esencial complemento de la historia como fuente inagotable de conocimiento que nos ayude a entender la evolución social de nuestra especie, sería del todo injusto más aún en el tiempo actual, cuyo incoherente rumbo cada vez más radicalizado e irracional, nos conduce por un camino de incierto futuro no demasiado halagüeño.



 

De nada sirve entonces los medios que el intelecto humano ha creado para retener en la memoria aquellas circunstancias dignas de mención y repaso si la historia cae en el olvido, pues no puede entenderse como es posible que hoy las actuales generaciones, gracias a la tecnología, renuncien a viajar al pasado con la intención de profundizar en los entresijos históricos que permitan hallar las claves para comprender los acontecimientos acaecidos a lo largo de los años, siglos y milenios, el por qué de unos hechos y unos resultados que para bien o mal, hicieron posible cualquier momento actual. No puede entenderse…, salvo que a alguien situado en algún invisible y elevado lugar interese que tal circunstancia acontezca.

 


 
Así las cosas, dada la escasa memoria del hombre, no extraña que el mundo actual esté como está, porque mancillar la historia, supone repetir una y otra vez los mismos errores de antaño sin aprender de las equivocaciones del pasado, que hipoteca indefectiblemente el futuro de una humanidad subyugada al totalitarismo económico y la contaminación política y empresarial por corrupción, por interés y por beneficio, que detesta la cultura como enemigo mayúsculo que contrarreste las ansias de poder de unos pocos. Y así el mañana solo podrá acontecer sin prosperidad, ya que nos encontramos en un punto donde tras secuestrar el pensamiento colectivo, la sociedad, incapaz de pensar por sí misma, acepta y consiente peligrosamente la creciente disminución del conocimiento.
 



Sin filosofía ni historia, sin arte ni cultura, sin la debida ética civil y social, en definitiva sin educación ni valores que no generan dividendos tangibles, el valioso conocimiento adquirido a lo largo de la historia tan solo contribuirá al avance de la ciencia y la tecnología reforzando el progreso, mientras se debilita la dignidad de un deshumanizado hombre camino de la involución social y espiritual, insensible a toda causa común tras entregarse más a lo artificial y banal que a lo natural y trascendente, incapaz no solo de aprender sino comprender, valorar y enjuiciar hechos pasados extrayendo aquello que para variar, nos sea útil para cimentar un mañana con garantías de futuro.


Si la sociedad concede más valor al interés y el beneficio que al aprendizaje, la cultura, el conocimiento y la educación, en resumen lo útil para cohabitar y coexistir adecuadamente, será sencillo entender que el olvido e incluso desprecio por la historia, solo puede obedecer al interés de la fáctica oligarquía por controlar a las masas para su posterior sometimiento, ya que cuanto más ignorante sea el pueblo, más fácil será gobernarlo aplicando políticas sociales contrarias a un pueblo incapacitado a la lucha contra cualquier forma de injusticia. Y sin lucha el resultado futuro, solo puede deparar la ciega sumisión hacia quienes ahora coartan el derecho y no favor a la educación para eliminar cualquier argumento que legitime combatir la falta de equidad, igualdad y fraternidad. ¡Y su plan está en marcha!


"El capitalismo foráneo y sus sirvientes oligárquicos y entreguistas han podido comprobar que no hay fuerza capaz de doblegar a un pueblo que tiene conciencia de sus derechos" Para ello debemos estudiar aprender, sobre la historia, la política, la economía.


Por este motivo es cada vez más reducida la historia en los libros escolares, no solo por los pésimos planes formativos en materia de educación además de la tergiversación de la historia por interés político dependiendo de la ideología gobernante, sino por la acción de una aberrante ingeniería social encargada de contaminar la mente colectiva a base de argucias, mentira y ocultismo, con el propósito de adulterar, manipular y distorsionar la percepción del ser humano por la realidad para alejarlo de la verdad  con el interesado propósito de obtener la sumisión social que el tenaz neoliberalismo venidero persigue para el beneficio de una minoría: ¡la esclavitud!






Así pues: si el pasivo y resignado pueblo, anclado a la cobardía y por tanto la apatía e inacción, tolera que en sus narices roben sus derechos y libertades por falta de conocimiento, ¡del olvido de la historia!, la propaganda, el eufemismo, la demagogia, la mentira y la infamia, serán el veneno que amplíe la división actual para impedir la cada vez más necesaria reacción social que reestablezca los sagrados valores democráticos que velen por el interés común. Así entonces, seguirán desviando la atención pública para encubrir un determinado hecho que impida una revolución política, económica, militar, cultural, religiosa o social, ya que lo que no se conoce ni trasciende a la opinión pública, no existe, y en este apartado, cabe todo lo que deba ocultarse. Y si nadie corrige la historia, se olvidará para ser rescrita sin ajustarse a la verdad en detrimento de la humanidad, toda vez que la facultad de pensar individualmente gracias al cerebro ajeno de los viejos maestros, con su sapiencia y sus textos, desaparezcan para siempre.
¿Comprende ahora el lector porque a lo largo de la historia, muchos fueron los episodios donde la quema de libros masiva fue regla prioritaria?






¿Y aún así, seguimos sin entenderlo? ¿Sin reaccionar? ¿Sin pensar…?
Hay un tesoro detrás del sabio espejo temporal al que mirarnos, pero nos empeñamos en despreciar su reflejo creyendo cualquier cosa que por los ojos y oídos nos entra sin ni siquiera osar cuestionarlo, únicamente porque lo dice un títere encorbatado, la prensa o la televisión. No es por tanto la sociedad; ni usted, ni yo, quienes pensamos libremente. Del todo influenciados, condicionados, desinformados e intoxicados, son otros desde la más elevada cúspide los que piensan por nosotros marcando cada pauta y comportamiento a seguir. Y si alguien piensa lo contrario abrazando la ignorancia como válvula de escape, será uno más de los aborregados protagonistas de un bonito cuento imposible del que no queremos despertar por temor, pues la manipulación es demasiado persistente y potente como para escapar a su influencia: algo de lo que ya he hablado demasiado en este blog.

Escrito por Juan Galo
 
 
 
Las imágenes y frases, fuera del escrito han sido incorporadas por el que suscribe.
Puerto de la Cruz a 03 de Junio de 2015
Miguel Ariza Cabello 
 
 

 
 
 
 
 

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