Navidades del ayer
Recuerdo las
navidades de mi infancia, algo
lejanas en el tiempo, pero sin duda alguna, nada lejanas para el corazón.
Recuerdo
aquellas navidades, sin arbolito ni nacimiento como aquí se estila, ni pavo a
las 12 de la noche... sólo la lucecita del brasero y más que la luz la calor que desprendia. Mis hermanos y yo nunca
esperábamos regalos ostentosos, solo algún juguete o ropa de abrigo, que nos
iluminara los ojos, pero sobre todo el alma. Y nos quitará el frio.
Mi madre
preparaba unos roscos de vino, deliciosos, y chorizos,morcillas y alguna que otra comida que mi madre tan bien sabía hacer, comíamos copiosamente y
nos daba calorías para hacer frente a las fuertes heladas.
Era todo lo
que la economía de papá podía comprar (algunos a plazos). Mas a cambio de aquellos
regalos que hoy asombran la inocencia de los niños de hoy, los niños de ayer, o
por lo menos los niños de aquel ayer, nos contentábamos realmente con poco o nada.
Un petardo antes de las 12, un emocionado: "¡ya
nació el niño Dios!", la alegría en los ojos de mamá... ¿Era necesario
pedir más?
Así, prestos
no íbamos a dormir, pensando en maravillas, preciosas maravillas de las que
solo pueden imaginar los niños en nochebuena.
Algún que
otro villancico.
Recuerdo las
navidades de mi infancia, algo lejanas en el tiempo, pero sin duda alguna, nada
lejanas para el corazón, con algún villancico y la misa del gallo.
En esos tiempos lo único que había abierto era la iglesia.
Puerto de la Cruz a 14 de diciembre de 2014
(Escribidor Ameteur)
Miguel Ariza Cabello
En esos tiempos lo único que había abierto era la iglesia.
Puerto de la Cruz a 14 de diciembre de 2014
(Escribidor Ameteur)
Miguel Ariza Cabello
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