Cómo
explicar la muerte a los niños: "Siempre hay que decir la verdad"
- Los
psicólogos recomiendan no mentir ni dar rodeos para hablar de la muerte
- Los
padres no deben disimular su tristeza y deben incluir a los hijos en el
duelo
Los niños no deben quedar ausentes en el
proceso de duelo, recomiendan los psicólogos.THINKSTOCK
JOSÉ Á.
CARPIO 01.11.2013
La muerte es parte ineludible de la vida, y los niños
también son conscientes de ello. El problema llega cuando hay que explicar a
los más pequeños, acostumbrados a ver la muerte como algo ajeno en televisión o
en videojuegos, el fallecimiento real de un ser querido, un tema delicado y
muchas veces evitado en la familias
En cualquier caso, la primera idea que hay que tener
para hablar de la muerte a un niño es que “siempre hay que decirle la verdad”,
señala a RTVE.es Vicente Prieto, especialista en psicología clínica, que da los
siguientes consejos sobre cómo explicar la muerte a los niños.
Decir siempre la verdad
“El niño tiene que entender lo que se le está
diciendo, pero siempre hay que decirle la verdad. Hay que decirle ese ser
querido, el papá, la mamá, el abuelo o un hermanito se ha muerto y no vamos
a verle más, que va a estar en nuestro recuerdo, que le vamos a recordar
muchas veces, que hemos estado muy a gusto mientras hemos estado con él. Pero
hay que decirle la verdad, para empezar”.
Por supuesto, “el mensaje hay que adaptarlo a la
edad del niño” y el momento que se escoge para hacerlo depende también de
las experiencias a las que se enfrenta. Una ocasión o una pregunta pueden
originarse al ver un programa de televisión y otras surgirán inevitablemente
cuando la muerte afecta a un miembro de la familia.
Dar un mensaje que pueda entender,
sin metáforas complicadas
Explicar la muerte a los niños de manera comprensible
para ellos puede convertirse para los padres en un ejercicio de imaginación
contraproducente porque puede confundir a los niños.
Para una familia creyente, la explicación de que el
fallecido “está en el cielo con Dios” es útil porque da una referencia
comprensible para los niños y contiene una visión que coincide con su fe
religiosa.
Pero ojo a los relatos enrevesados, advierte el
psicólogo Vicente Prieto. “El niño tiene que entender que no va a volver a ver
a este familiar, porque la idea de ‘el abuelo está en el cielo’ o ‘está en
una estrella’, si no se explica bien, puede hacer que el niño crea que el
abuelo es astronauta o que va a volver”.
Un niño pequeño solo puede absorber cantidades
limitadas de información; las explicaciones tienen que ser breves y sencillas.
“Las metáforas no son necesarias, salvo que el niño sea demasiado pequeño.
Si el niño puede entender lo que ha ocurrido, hay que contarle la verdad”,
concluye.
Hacer visibles las propias emociones
sin ocultarlas a los niños
Eludir hablar de un asunto que es evidente que afecta
a la familia envía un mensaje equivocado para el niño: 'si mamá y papá no
hablan de eso, es porque es algo malo, y es mejor no hablar de ello'; o ‘no
puedo hablar de esto porque mamá y papá se pondrán más tristes’.
La muerte es un asunto tabú hoy en día, y hablar de
ello implica examinar los propios sentimientos, pero los psicólogos lo tienen
claro. “No podemos aislar al niño de las emociones de los adultos: él ve
el llanto, ve a sus padres tristones, el silencio, que salen menos de casa, que
dejan de salir con sus amistades. El niño sabe qué ha ocurrido y tiene que
aprender a gestionar esas emociones, tanto suyas como de los adultos”.
Enseñar al niño a manifestar sus
propias emociones
“Es importante ser receptivo a las preguntas del niño
o la niña, porque forma parte del proceso del duelo. Hay que observar su
comportamiento. Puede no apetecerle jugar, no estar con sus amigos, buscar
estar más con su familia y demandar más cariño y más contacto físico. Ahí se ve
que el niño está distinto y lo está pasando mal, tanto antes como después del
fallecimiento del ser querido”.
Un niño también necesita llorar una pérdida y necesita
apoyo, comprensión y cariño
Para los psicólogos, es un error querer
"distraer a los niños, en lugar de enseñarles a gestionar y vivir la
tristeza", porque un niño también necesita llorar una pérdida y necesita
apoyo, comprensión y cariño, explican.
"Sobre todo, hay que enseñar al niño a manifestar
sus emociones, dependiendo de las edades, a través del llanto, del dibujo, de
las verbalizaciones que puede hacer del tipo ‘echo de menos a mamá’, ‘echo de
menos al abuelo’… Hay que enseñarle que lo que está sintiendo es tristeza, y
que eso es normal, para que los niños más pequeños aprendan a identificar
esas emociones", aconseja el psicólogo Vicente Prieto.
No dejar a los niños al margen de
las ceremonias de despedida
Si el niño es lo bastante mayor como para comprender
lo que va a ver y escuchar, durante y después de los oficios religiosos, los
psicólogos recomiendan que participen de un mozo razonable.
“Es muy importante que no tengamos a los niños al
margen de los rituales de despedida. A partir de los diez años el niño ya
comprende perfectamente lo que ha ocurrido, puede ir a ver a un enfermo o a
una ceremonia de despedida, a un cementerio a llevar flores, siempre y cuando
la familia le explique por qué hace eso".
“No significa que tengan que ir a un tanatorio, porque
en España tenemos la costumbre de mostrar los féretros abiertos; no hace falta
contarle detalles del fallecimiento o que vea el cadáver, porque les va a
costar asimilarlo, pero sí las ceremonias de despedida, y en especial aquellas
que son un homenaje a la vida, de modo que tenga los mejores recuerdos de la
persona fallecida”.
Cuando los hijos son adolescentes:
ofrecerles que se abran
Los adolescentes pasan por una edad en la que “viven
con mucha intensidad sus emociones”, señala Vicente Prieto. “Se trata también
de observar sus comportamientos. Van a preguntar, y si no preguntan hay que acercarse
a ellos y ofrecerse a que hablen con confianza sin temor a que nos vayamos
a enfadar o ponernos tristes".
"Hay que darles la posibilidad de desahogarse
no solamente con sus iguales, que en esas edades adquieren una importancia
enorme, sino que los miembros de la familia tienen que estar abiertos a recibir
las manifestaciones de dolor que ellos puedan tener”.
Junto a las reacciones de ira, frustración o
incomprensión, a veces hay que lidiar con un sentimiento adicional: el de
culpa. “Cuando a un adolescente se le muere una persona querida, más si es
un padre o una madre, llegan a pensar: ‘he discutido muchas veces por cosas
absurdas, no le hacía caso y ahora no le tengo’, y aparece un sentimiento de
culpa, que hay que abordar desde la familia”, explica Vicente Prieto.
“Hay que hacer una buena recepción de sus
sentimientos, y si se ve que el adolescente tiene manifestaciones de un
especial aislamiento, que dura mucho tiempo, una pena prolongada, es
recomendable asistir a un psicólogo para ayudar a orientarlo”, concluye.
Respuestas convenientes a preguntas
complejas
Al hablar de la muerte con los hijos pequeños, hay
unos cuantos consejos útiles que seguir y otros cuantos errores que evitar.
- La muerte se puede explicar fácilmente en términos
de ausencia de las funciones vitales que los niños conocen: las personas se
mueren cuando ya no respiran, no comen, no hablan, no piensan y no
sienten; cuando los perros se mueren dejan de ladrar y correr.
- "¿Cuándo te morirás tú?". Una
pregunta 'agresiva' para un adulto, pero que refleja una preocupación cierta de
un niño. La mejor manera para contestar puede ser otra pregunta: ¿"Te
preocupa que yo no esté aquí para cuidarte?". Si es así, una buena
respuesta tranquilizadora sería: "Yo no espero morirme en mucho tiempo.
Espero estar aquí para cuidarte todo el tiempo que necesites. Pero si papá y
mamá se mueren, habría muchas personas que te cuidarían: la tía, el tío, la
abuela...".
- No es bueno comparar la muerte con el sueño,
el descanso eterno o el descansar en paz. Un niño puede sentirse confundido y
empezar a tener miedo de irse a la cama o echar una siesta, o tener miedo de
que si se queda dormido no despertará.
- "Se murió por una enfermedad". Los
niños en edad preescolar no distinguen entre las enfermedades pasajeras y las
mortales y puede generarse en ellos una preocupación innecesaria. Es útil
aclarar que solo una enfermedad grave puede causar la muerte.
- "Tu hermanito está con Dios". Los
niños pequeños tienden a entender las palabras literalmente, y declaraciones
como "es la voluntad de Dios" pueden asustarle y hacer que crean que
Dios también vendrá a llevárselo a él.
Fuente: Cómo hablar con los niños acerca de la muerte.
Publicaciones de información para el paciente del Centro Clínico de los
Institutos Nacionales de la Salud.
Niños - Vivir la pérdida
Niños
Algunas sugerencias para acompañar a un niño que ha perdido a un ser querido.
Ser completamente honestos con el niño/a.
Acompañar a un niño en duelo significa ante todo NO APARTARLE de la realidad que se está viviendo, con el pretexto de ahorrarle sufrimiento. Incluso los niños más pequeños, son sensibles a la reacción y el llanto de los adultos, a los cambios en la rutina de la casa, a la ausencia de contacto físico con la persona fallecida…, es decir, se dan cuenta que algo pasa y les afecta. Solamente en el caso de muertes repentinas e inesperadas, sería aconsejable (aunque no siempre posible) apartar al niño durante las primeras horas. El niño puede y debe percibir que los adultos estan tristes, o que lloran, que lo sienten tanto como él, pero evitaremos pueda presenciar escenas desgarradoras de dolor y pérdida de control de los adultos. No es aconsejable decir delante del niño cosas como "yo también me quiero morir" o "¿Qué va ser de nosotros?"- Cuándo y cómo dar la noticia.
Aunque resulte muy doloroso y difícil hablar de la muerte con el niño, es mejor hacerlo lo antes posible. Pasadas las primeras horas de mayor dramatismo y confusión, buscaremos un momento y un lugar adecuado y le explicaremos lo ocurrido con palabras sencillas y sinceras. Por ejemplo, podemos decirles: "Ha ocurrido algo muy triste. Papá ha muerto. Ya no estará más con nosotros porque ha dejado de vivir".
- Explicar cómo ocurrió la muerte.
Procuraremos hacerlo con pocas palabras. Por ejemplo: "Ya sabes que ha estado muy muy muy enfermo durante mucho tiempo. La enfermedad que tenía le ha causado la muerte" El niño puede tener miedo de morir ante cualquier enfermedad banal, por lo que es importante recalcarles que las personas sólo se mueren cuando están muy muy muy enfermas, y tienen una enfermedad que muy poca gente coge. Es caso de accidente, podemos decir que quedó muy muy muy malherido, que los médicos y las enfermeras hicieron lo posible para "arreglar" el cuerpo, pero que, a veces, está tan herido o enfermo que las medicinas no le pueden curar.
- Si la muerte fue por suicidio, de nada sirve ocultarlo porque tarde o temprano, se acaban enterando por alguien ajeno a la familia. Es mejor pues explicar al niño qué es el suicidio, y responder a sus preguntas. (Ver el folleto "Niños sobrevivientes de suicidas, una guía las personas que los cuidan".
- ¿Qué podemos decirles si nos preguntan por qué? ¿Por qué ha muerto? ¿Por qué a mi?
Son preguntas difíciles de responder. No pasa nada por decirles que nosotros también nos hacemos las mismas preguntas, o que sencillamente no sabemos la respuesta. Es bueno se sepan que todos los seres tienen que morir algún día y que le ocurre a todo el mundo. Los niños en su fantasía pueden creer que algo que pensaron, dijeron o hicieron causó la muerte. Si un niño dice: "me hubiera gustado ser más bueno con mamá, así ella no habría muerto", debemos decirle con calma pero con firmeza que no ha sido culpa suya.
- Para los niños menores de 5 años, la muerte es algo provisional y reversible.
Será pues necesario ser pacientes para explicarle una y otra vez lo ocurrido y lo que significa la muerte. Es su mente, la persona que ha muerto sigue comiendo, respirando y existiendo, y se despertará en algún momento para volver a llevar una vida completa.
Los niños de estas edades se toman todo al pie de la letra. Es mejor pues decir que ha muerto, que usar expresiones como "se ha ido", "lo hemos perdido" (pueden pensar: ¿y si me pierdo yo y no se volver a casa?), "ha desaparecido", "se ha quedado dormido para siempre" (pueden temer no poder despertarse), "Se ha marchado de viaje", "Dios se lo ha llevado" ... Estas expresiones pueden alimentar su miedo a morir o ser abandonados, y crear más ansiedad y confusión.
Para que el niño entienda qué es la muerte, suele ser útil hacer referencia a los muchos momentos de la vida cotidiana donde la muerte está presente: en la naturaleza, muerte de animales de compañía... Permitir que participe en los ritos funerarios.
- Animar al niño a asistir y participar en el velatorio, funeral, entierro.
Tomar parte en estos actos puede ayudarle a comprender qué es la muerte y a iniciar mejor el proceso de duelo.Si es posible, es aconsejable explicarle con antelación qué verá, qué escuchará y el porqué de estos ritos.
- Animar también al niño a ver el cadáver.
Muchos niños tienen ideas falsas con el cuerpo. Comentarle que el cuerpo deja de moverse del todo y para siempre, deja de respirar, de comer, de hablar, de ir al baño, y no siente dolor. Dejarle bien claro que ya no siente nada; ni lo malo, ni el frío, ni el hambre… Insistir en que la muerte no es un especie de sueño y que el cuerpo no volverá ya ha despertarse. Antes de que vea el cadáver, explicarle dónde estará, qué aspecto tendrá…
- Lo ideal es que el niño pueda pasar un rato de tranquilidad e intimidad con el cadáver. Puede pedirse que nos dejen a solas con el niño y que no se interrumpa durante unos minutos. Si el niño no quiere ver el cadáver o participar en algún acto, no obligarle ni hacer que se sienta culpable por no haber ido.Si los padres o padre superviviente están demasiado afectados para ocuparse de las necesidades del niño, puede ser conveniente que otra persona (un familiar o amigo de la familia) se ocupe de atenderle y se responsabilice de acompañarle durante estos actos. Es preferible que sea alguien cercano al niño, que le permita expresar sus emociones y se sienta cómodo contestando sus preguntas.Animarle a expresar lo que siente.
- Aunque no siempre las expresen, los niños viven emociones intensas tras la pérdida de una persona amada. Si perciben que estos sentimientos (rabia, miedo, tristeza…) son aceptados por su familia, los expresarán más fácilmente, y esto les ayudará a vivir de manera más adecuada la separación. Frases como: "no llores", "no estés triste", "tienes que ser valiente", "no está bien enfadarse así", "tienes que ser razonable y portarte como un grande" …, pueden cortar la libre expresión de emociones e impiden que el niño se desahogue.
- A tener en cuenta.
Su manera de expresar el sufrimiento por la pérdida, no suele ser un estado de tristeza y abatimiento como el de los adultos. Es más frecuente apreciar cambios en el carácter, cambios frecuentes de humor, disminución del rendimiento escolar, alteraciones en la alimentación y el sueño…
Acompañar a un niño en duelo significa ante todo NO APARTARLE de la realidad que se está viviendo, con el pretexto de ahorrarle sufrimiento. Incluso los niños más pequeños, son sensibles a la reacción y el llanto de los adultos, a los cambios en la rutina de la casa, a la ausencia de contacto físico con la persona fallecida…, es decir, se dan cuenta que algo pasa y les afecta. Solamente en el caso de muertes repentinas e inesperadas, sería aconsejable (aunque no siempre posible) apartar al niño durante las primeras horas. El niño puede y debe percibir que los adultos estan tristes, o que lloran, que lo sienten tanto como él, pero evitaremos pueda presenciar escenas desgarradoras de dolor y pérdida de control de los adultos. No es aconsejable decir delante del niño cosas como "yo también me quiero morir" o "¿Qué va ser de nosotros?"-
Aunque resulte muy doloroso y difícil hablar de la muerte con el niño, es mejor hacerlo lo antes posible. Pasadas las primeras horas de mayor dramatismo y confusión, buscaremos un momento y un lugar adecuado y le explicaremos lo ocurrido con palabras sencillas y sinceras. Por ejemplo, podemos decirles: "Ha ocurrido algo muy triste. Papá ha muerto. Ya no estará más con nosotros porque ha dejado de vivir".
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Procuraremos hacerlo con pocas palabras. Por ejemplo: "Ya sabes que ha estado muy muy muy enfermo durante mucho tiempo. La enfermedad que tenía le ha causado la muerte" El niño puede tener miedo de morir ante cualquier enfermedad banal, por lo que es importante recalcarles que las personas sólo se mueren cuando están muy muy muy enfermas, y tienen una enfermedad que muy poca gente coge. Es caso de accidente, podemos decir que quedó muy muy muy malherido, que los médicos y las enfermeras hicieron lo posible para "arreglar" el cuerpo, pero que, a veces, está tan herido o enfermo que las medicinas no le pueden curar.
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Son preguntas difíciles de responder. No pasa nada por decirles que nosotros también nos hacemos las mismas preguntas, o que sencillamente no sabemos la respuesta. Es bueno se sepan que todos los seres tienen que morir algún día y que le ocurre a todo el mundo. Los niños en su fantasía pueden creer que algo que pensaron, dijeron o hicieron causó la muerte. Si un niño dice: "me hubiera gustado ser más bueno con mamá, así ella no habría muerto", debemos decirle con calma pero con firmeza que no ha sido culpa suya.
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Será pues necesario ser pacientes para explicarle una y otra vez lo ocurrido y lo que significa la muerte. Es su mente, la persona que ha muerto sigue comiendo, respirando y existiendo, y se despertará en algún momento para volver a llevar una vida completa.
Los niños de estas edades se toman todo al pie de la letra. Es mejor pues decir que ha muerto, que usar expresiones como "se ha ido", "lo hemos perdido" (pueden pensar: ¿y si me pierdo yo y no se volver a casa?), "ha desaparecido", "se ha quedado dormido para siempre" (pueden temer no poder despertarse), "Se ha marchado de viaje", "Dios se lo ha llevado" ... Estas expresiones pueden alimentar su miedo a morir o ser abandonados, y crear más ansiedad y confusión.
Para que el niño entienda qué es la muerte, suele ser útil hacer referencia a los muchos momentos de la vida cotidiana donde la muerte está presente: en la naturaleza, muerte de animales de compañía... Permitir que participe en los ritos funerarios.
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Tomar parte en estos actos puede ayudarle a comprender qué es la muerte y a iniciar mejor el proceso de duelo.Si es posible, es aconsejable explicarle con antelación qué verá, qué escuchará y el porqué de estos ritos.
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Muchos niños tienen ideas falsas con el cuerpo. Comentarle que el cuerpo deja de moverse del todo y para siempre, deja de respirar, de comer, de hablar, de ir al baño, y no siente dolor. Dejarle bien claro que ya no siente nada; ni lo malo, ni el frío, ni el hambre… Insistir en que la muerte no es un especie de sueño y que el cuerpo no volverá ya ha despertarse. Antes de que vea el cadáver, explicarle dónde estará, qué aspecto tendrá…
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Su manera de expresar el sufrimiento por la pérdida, no suele ser un estado de tristeza y abatimiento como el de los adultos. Es más frecuente apreciar cambios en el carácter, cambios frecuentes de humor, disminución del rendimiento escolar, alteraciones en la alimentación y el sueño…
Únicamente aquellos que evitan el amor, pueden evitar el dolor del duelo.
Lo importante es crecer, a través del duelo, y seguir permaneciendo vulnerables al amor.
Lo importante es crecer, a través del duelo, y seguir permaneciendo vulnerables al amor.
JOHN BRANTNER
Puerto de la Cruz a 30 de marzo de 2015
Miguel Ariza Cabello
Puerto de la Cruz a 30 de marzo de 2015
Miguel Ariza Cabello