La gran boda griega
La dirigencia de Podemos ha hecho un
matrimonio público con la causa de Grecia. El vuelco electoral de Syriza se ha
manejado como un ejemplo del cambio posible. Y las primeras medidas que ha
tomado el Gobierno de Tsipras se han celebrado como los símbolos de esa
transformación. La toma de posesión del nuevo presidente griego vestido con
traje y sin corbata fue presentada como si quitarse ese trozo de trapo que
cuelga del cuello fuera la liberación de las cadenas de Wall Street. Y la
exaltación de patriotismo heleno, haciendo un homenaje a los soldados griegos
fusilados por el ejército alemán (doblemente simbólico el homenaje), coincide
casi milimétricamente con la apelación al valor popular del 2 de Mayo hecha por
Pablo Iglesias en la manifestación de Sol. Una pena que los invasores de aquel
tiempo fueran los franceses revolucionarios, que aún traían en sus bayonetas la
sangre de la monarquía guillotinada. Maldita sea la historia, con sus capítulos
equivocados.
Lo que pase en Grecia va a ser
determinante. Tanto que ese pobre y endeudado país puede convertirse en una
indeseada cabeza de turco. Para la Unión Europea el virus griego puede ser muy
peligroso si se expande a España, Italia o Francia. Por eso está dispuesta a
atajar de raíz cualquier salida del plato del pago de la deuda. Por eso se han
ido de los bancos del país más de 11.000 millones, porque incluso antes que las
ratas, el dinero sale del barco a la primera señal de que se hunde.
Grecia debe casi dos veces su PIB de un
año. Su economía está devastada por el absentismo y la trapisonda laboral, las
estafas a los fondos y ayudas públicas y la evasión fiscal. Sus compras de
bienes y servicios dependen del la generosidad de los proveedores europeos. Ponerse
chulos con quienes les han prestado dinero -como hizo su ministro de economía
con el presidente del Eurogrupo- es una táctica muy arriesgada. Tanto como el
abrazo político lanzado por Grecia hacia Rusia, que está jugando a resucitar
una especie de alianza comunista zombi con los países situados al borde de la
desesperación y la quiebra. ¿Quién dijo Venezuela? Aunque Putin también tiene a
su propio país castigado por las sanciones occidentales y atravesando difíciles
momentos, no es nada que no pueda arreglar encarcelando a algunos opositores.
Grecia es un país en quiebra. Y tiene un
Gobierno que necesita aumentar el gasto público sin tener ingresos y sobre la
base de no pagar los intereses de lo que han pedido prestado. Le pasa lo que a
miles de familias españolas con las hipotecas. Salvo que ocurra un milagro, esa
combinación es un cóctel explosivo. A ver qué pasa. Lo previsible, y lo sabemos
por triste experiencia, es que acabes perdiendo la casa. Cuando se debe
tantísimo dinero empiezas poniéndote en plan griego y terminas haciendo el
francés. Como en algunas bodas.
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